30.9.08

Sobre "ser el premio" y otras maneras incorrectas de pensar.

Germánico dice: ¿Como te fué esta mañana?
HB Petite dice: Bien! Andaba muy desvelada.
HB Petite dice: No me dejaste dormir mucho...
Germánico dice: ;)
HB Petite dice: Le conté a mi amiga de ti.
Germánico dice: ¿Qué le dijiste?
HB Petite dice: Jejeje... que me despaché a un chico muy nice...
*Germánico ha abandonado la conversación*
No estaba molesto. Es difícil describirlo. Estaba en un ligero estado de shock. La había conocido la noche anterior. En un principio me rechazaba, bloqueando todos mis intentos por escalar el sarge, pero fuí superando todos sus obstáculos hasta que se suavizó, y pude escalar. Terminamos a solas en su departamento, y cerramos el trato en la cama de su roomie. Por la mañana ella salió a trabajar, y yo caminé, exhausto y satisfecho, los tres kilómetros que me separaban de mi propia cama.

Lo que me molestó fue su declaración de que ella me había "despachado" a mi. Desde su punto de vista, era ella la que me había permitido cerrarla. Ni mis habilidades sociales, ni mi carisma y encanto, ni mi juego. Ella.

¿Donde quedaban todas los shit-tests que tuve que superar, todas las respuestas calibradas, todos los cometarios perfectamente oportunos que me permitieron superar su resistencia? ¿Es esto ser el premio?

Un premio es algo que te ganas en un juego. Es algo que cuelgas de tu pared o pones en una vitrina para que todos vean lo chido que eres. Y una vez que te lo ganaste, pierde todo su valor, lo pones junto a tus otros premios, y te vas a conseguir otro.

Lo siento señores, me importa muy poco lo que sus gurús les hayan dicho. Yo me niego a ser un "premio". No quiero verme a mi mismo como una recompensa, quiero ser a quien se le entreguen esas recompensas. Yo soy el cazador, y ella mi presa. Yo soy el jugador, y este mi juego.

La intención de la mentalidad de "ser el premio" es fácil de entender. Si ella fuera el premio, nosotros seríamos quienes estaríamos persiguiendolas, dispuestos a hacer todo con tal de ganarnoslas. Al invertir eso, y vernos a nosotros como el premio, son ellas quienes tienen que ganarnos a nosotros, haciendo lo que sea necesario para lograrlo.

Esta mentalidad nos permite vernos como algo que ella tiene que ganarse. Es ella quien tiene que demostrarnos a nosotros que tiene lo necesario para estar a nuestro lado.

¿Y qué hay de malo en esto? Que, como en todo juego, el jugador es quien decide. Si nosotros somo el premio, ella es la jugadora, y ella es quien decidirá si vale la pena o no entrar al juego. Si el premio no es de su agrado, ella no jugará el juego. Ella es quien decide, ella es quien tiene el control.

Un premio no decide quien habrá de recibirlo. Una presa no decide quien habrá de cazarla.

¿Quien decide entonces? Nosotros. Somos nosotros quienes seleccionamos, de entre todas las opciones, la chica que deseamos. Nosotros seleccionamos nuestra estrategia. Seleccionamos nuestras acciones y respuestas, adaptándolas según lo necesitemos nosotros.

Ninguna mujer es imposible. Ella no es quien decide. Nosotros somos quienes decidimos jugarla, y si nuestra estrategia es correcta, si avanzamos en el momento preciso y tocamos sus fibras sensibles, su resistencia caerá. Pero somos nosotros quienes decidimos hacer que sucediera.

El cazador es quien selecciona a su presa.

Eso es lo que somos. Selectores.

Somos nosotros quienes seleccionamos a la chica, no al revés.

Somos selectores. Nosotros somos los jugadores, y ellas nuestro juego.

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